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Imagina que estás de pie sobre una mesa. ¿Prefieres una estable y resistente o una frágil e inestable? Esta pregunta también se puede aplicar a las dinámicas familiares, ya que la forma como se relacionan las personas en el hogar tiene implicaciones en el bienestar emocional de sus miembros.

Dinámicas familiares: un tejido de interacciones

Como dicen Carbonell y Ortiz (2022), desde tu infancia hasta la adultez vas a entablar vínculos para sentir seguridad de alguna u otra forma. Lo más común es que esta función la cumplan tu madre, tu padre o tus hermanos. También pueden hacerlo el resto de las personas que constituyen tu hogar.

La conformación de la familia puede ser muy diversa: una abuela y una nieta; una madre, un padre y un hijo, o dos padres y una hija. Independientemente de esto, cada persona cumple un rol distinto en la satisfacción de una serie de necesidades en las dinámicas familiares (Unicef, 2015, p. 9):

  • Necesidades básicas: refugio, alimentación, cuidado en la enfermedad.
  • Necesidades emocionales: percepción de cariño e importancia.
  • Necesidades de protección: sensación de seguridad.
  • Necesidades de pertenencia e individualidad: desarrollo de gustos e ideas personales, y sentido de identidad y afiliación.
  • Formación cultural y valórica: aprendizaje de lo correcto y lo incorrecto, y valoración de las acciones en general.

Entonces, como puedes observar, la familia es un gran tejido de interacciones que impactan la salud emocional de sus miembros.

El mundo emocional de las dinámicas familiares

Las dinámicas familiares pueden ser un motor de tu bienestar, por lo cual las relaciones interpersonales en su interior deben ser sanas y no generarte inseguridad. Eso sí, tú puedes comenzar a promover un ambiente de armonía al tener en cuenta el mundo emocional de cada miembro de tu hogar. A continuación, te dejamos unas recomendaciones al respecto (Guerrero y Barroso, 2019):

  • Aprende a hablar en lenguaje emocional: las necesidades personales se manifiestan con alegría, tristeza, miedo, etc. Antes de atender a las razones, trata de ser sensible a los sentimientos.
  • Valida las emociones: recuerda que las emociones no se pueden controlar del todo. Es entendible que en ciertas ocasiones te molesten sus manifestaciones en tus allegados. Sin embargo, recuerda recibir lo que sienten con empatía. También solicita respetuosamente ese trato para ti.
  • Nombra las emociones: cuando aprendes a identificar y nombrar tus emociones, adquieres una herramienta muy eficaz para disminuirlas. Ayuda a tus personas cercanas a hacerlo también.
  • Critica la conducta, no a la persona: una conducta no necesariamente determina todo lo que es una persona. No confundas ambas cosas, en especial cuando estás hablando con niños.
  • Recuerda que hay profesionales de la salud mental a tu disposición y existen varios tipos de terapias que se pueden acomodar a tu necesidad, como terapias familiares o individuales. Siempre puede ser una opción acudir a una de estas modalidades.

La comunicación: una clave para la resolución de conflictos

Una comunicación abierta, empática y respetuosa en las dinámicas familiares es indispensable para consolidar relaciones sanas y un ambiente armónico y de mayor entendimiento. Por tanto, es imprescindible sentir que te escuchan de forma atenta y tú hacer lo mismo con tus parientes.

Además, las relaciones interpersonales en general facilitan una vida orientada al bienestar. Por eso, siempre es necesario lograr una resolución pacífica cuando surgen conflictos. También es importante que preserves los vínculos y no te centres únicamente en la disputa. Con ese objetivo en mente, puedes tener en cuenta lo siguiente (Briz, 2023):

  • Mediación: busca una persona que consideres sensata y equilibrada. Ella puede conversar con los involucrados, ponderar intereses y ofrecer una mirada integral del problema.
  • Considerar a todos los involucrados: la idea es resolver la situación, así que pensar en términos de ganadores y perdedores no es la mejor opción en estos casos. Trata de ponerte en los zapatos de la persona con la que estás teniendo el conflicto.
  • Reparación del daño: en caso de un daño cometido, intenta reparar a tu allegado. Si eres tú la persona perjudicada, comunica tus necesidades y manifiesta tu dolor.
  • Que el problema no sea lo único importante: a veces, cuando sentimos enojo, perdemos de vista otros aspectos. Recuerda que estás discutiendo con una persona que probablemente quieres, por lo cual preservar la relación es más importante que ganar una discusión.
  • Considera a la otra persona en su particularidad: recuerda que al interior de las dinámicas familiares pueden presentarse choques generacionales. A veces, las personas de diferentes edades y con diversas características ven el mundo de forma distinta. Ten esto presente a la hora de resolver tus conflictos.

Un consejo final

Para terminar, recuerda que la familia puede ser tu principal red de apoyo. Por tanto, te invitamos a fomentar el bienestar emocional a partir de prácticas que tiendan a promover el entendimiento mutuo y la cohesión en tu hogar.

Referencias Bibliográficas

  • Briz, M. J. (2023). La importancia del cuidado de los vínculos en el sistema familiar frente a situaciones conflictivas. Opinión Jurídica22(48), 1-12.
  • Carbonell, O. A., y Ortiz, J. A. (2022). Apego y relaciones familiares. En C. C. Rincón y V. Varela (Eds.), La intervención relacional basada en el apego: fundamentos y método adaptado al contexto colombiano para la prevención del maltrato infantil (pp. 115-156). Universidad Externado de Colombia.
  • Guerrero, R., y Barroso, O. (2019). El desarrollo emocional en tu hijo: cuentos desde la teoría del apego. Océano. 
  • Hañari, J., Masco, M., y Esteves, A. (2020). Comunicación familiar y autoestima en adolescentes de zona urbana y rural. Revista Innova Educación, 2(3), 446-455.
  • Unicef. (2015). ¿Te suena familiar? Guía para la familia.

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